martes, 29 de octubre de 2024

Entre ruinas, siempre queda hueco para hospedar.

 Se va acabando el mes de Octubre. Seguimos mirando la chaqueta todavía colgada en el perchero y creo que un año más el frío de verdad no llegará hasta mediados de noviembre. Aunque durante las mañanas, en los últimos años, hemos tenido temperaturas agradables hasta Enero.
Yo sigo con una tranquilidad sorprendente por las tardes, sin ensayos, sin agobios y sin las rutinas de los anteriores treinta años.
Me queda tiempo hasta para irle dando forma a una recopilación de antiguos textos, en un ánimo de dejar cerrados, escritos y reunidos algunos de los desvaríos que escribo y no cuelgo por aquí. Por si las moscas, o mejor dicho, por si los gusanos.
La frase que da titulo a la entrada de hoy, se me ocurrió la semana pasada o la anterior en una conversación con un amigo.
Me gustó tanto en la idea, que no en la forma, que ando pensándola como boceto de un tema nuevo, si es que vuelvo a rescatar la guitarra que en estos meses anda mirándome resignada cada tarde junto al ordenador.
Menos mal que esta guitarra no sabe de esas nuevas tecnologías que las empiezan relegar a instrumentos de museo. De lo contrario, ya se habría dejado caer de la pared para golpearme en la cabeza.
Como iba diciendo, la frase, en una conversación, salió a modo de reflexión para resumir metafóricamente la sensación que podemos haber tenido todos alguna vez, de estar acogiendo los problemas de los demás, cuando además, nosotros estamos a la vez sumidos en problemas graves y apuntalando nuestras propias vidas.
Se me ocurrió la metáfora, aludiendo a aquellas casas abandonadas que todos habréis visto alguna vez en la España despoblada, o incluso en algún solar de las ciudades.
Casas casi derruidas por la falta de mantenimiento o el abandono. Donde solo quedan en pie parte de los muros y medio tejado.
Sin embargo y tras el paso del tiempo, en el interior y abrigados de las inclemencias del tiempo por los muros que todavía se mantienen en pie, aparecen múltiples especies vegetales que lo acaban por invadir completamente. Gramíneas, zarzas, hiedras, ailantos e incluso olmos. Que discuten entre ellos por buscarse un lugar privilegiado donde hacerse fuerte y crecer muy rápido para que nada ni nadie pueda hacerles competencia. Incluso, ya estando así atestado de huéspedes esta construcción abandonada, no olvidemos a otros hospedados no del mundo vegetal, sino animal que aprovechan ese caos para hacer sus nidos, madrigueras o simplemente tener un refugio muy bien camuflado por la vegetación.
Pues bien, esto se me ocurrió y lo tengo ahí en la cabeza para trabajarlo más adelante, pero resulta que la semana pasada recibí una llamada de un antiguo compañero de colegio y andanzas. Una persona que al llamar después de más de veinte años sin relación alguna, ya entendí que buscaba algún tipo de apoyo emocional, alguien con quien poder charlar o mejor dicho que le escuchara. Alguien con quien salir a dar una vuelta y hablar, o incluso con quien buscar pasatiempos comunes con el afán de no sentirse solo.
El que caso es que estuvimos hablando tres horas por teléfono (cosa rara hoy en día) y tuvimos una conversación bastante amena. Sin embargo, bastante hago yo con apuntalar ese tejado mío y mis muros, que tras el paso del tiempo y falta de mantenimiento por pura vagancia se van desgastando y hay que mantener en pie.
Y, como he dicho hace un momento, aún así y teniendo ya lo mío, no es raro que dejemos que haya quien que se acomode o incluso se instale (como tardes mucho en darte cuenta).
En resumen, que somos edificios en ruinas que todavía pueden acomodar a huéspedes.
 
El tema de hoy, y a propósito de la llamada de la semana pasada. Pondré un grupo que nunca ha sonado por aquí y que conocí hace muchos años gracias a él.
 
tema: Cure for pain
autor: Morphine
disco: Cure for pain
año: 1993

 

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