A mí nunca me importó llevar una hora sin dormir, dos, tres, una noche alegre, un dolor de cabeza tremendo por el exceso de alcohol la noche anterior. Nunca me importaron los problemas humanos y cotidianos. Sólo me importa ver salir el sol. Ese momento en que empieza a aparecer por el horizonte, cuando la hierba y la tierra desprenden su máximo aroma bajo el rocío y la temperatura comienza a descender mientras los rayos empiezan a desparramarse por el paisaje hasta hacerte daño directamente en la retina de los ojos.
Durante los últimos diez años, he bajado a las calderas del infierno a deshollinarlas, pero siempre, cada día, he buscado el momento y la excusa para ver salir el sol y comenzar un nuevo día. Siempre pienso que esos pocos minutos te renuevan y valen el sufrimiento de cada jornada.
Hace apenas unas semanas, me preguntaban el por qué de mi decisión de abandonar mi vida de los últimos años y por qué prefiero un puesto de jardinero. Y lo cierto es que pocas personas me pueden entender, pero quien me preguntó, al ver sus ojos durante mi respuesta, sé que me entendió y además comparte ese sentimiento.
"Porque necesito ver salir el sol cada mañana. Necesito oler la tierra y las plantas a la salida del sol. Escuchar las aves revolotear al empezar la mañana, formar parte del ciclo, renacer a cada vuelta al sol y experimentar cada estación"
Hoy cierro un invierno en lo personal, y por diferentes motivos y personas mañana entraremos en la primavera. Aquellos que me conocen saben que soy de la opinión de que la primavera también tiene días de rachas de viento muy fuertes, nevadas y fuertes borrascas. Sin embargo, y mientras todo siga igual, el sol hará su aparición cada mañana.
tema: Tres mil millones de latidos
autor: Jorge Drexler
disco: Amar la trama
año: 2010
No hay comentarios:
Publicar un comentario