martes, 4 de agosto de 2009

Vete de mi

Serían cerca de las cuatro de la mañana de un Lunes de esos en los que ya no queda nadie por la calle ni en los bares. Había decidido entrar en aquel viejo local donde empezó todo seis años atrás. Entonces había que reservar una mesa si querías disfrutar de una buena copa amenizada por la buena música que hacían aquel gitano junto a un cubano desgarbado que tocaba con los ojos cerrados. Hoy era diferente, no estaba todo aquel público que abarrotaba las mesas, ni los camareros de traje negro, ni la nube de humo producida por los cigarros puros, ni las risas y conversaciones que molestaban a los músicos, ni aquellas bellezas con vestidos de noche a la caza de un buen partido, nada. Ni siquiera él era el mismo. Ya no existía ese glamour que entonces le hizo conquistarla y ponerla a sus pies. Al igual que desapareció en algún momento y sin darse cuenta su pasión por ella. Bajó las escaleras y se sentó lo más lejos que pudo de aquellos músicos en el escenario y esperó a que la chica con acento argentino se le acercara para tomarle nota de lo que iba a tomar. Pidió un Gin tonic y mientras lo bebía con lentitud se dejó mecer por la melodía que interpretaban desde el escenario. Sacó el móvil de su bolsillo, señaló como destinatario el numero de aquella mujer a la que le vendió toda su vida por un puñado de besos y le envió el mensaje... VETE DE MI 




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